Llegar a Calacalí, a escasos 30 minutos del centro norte de Quito es hacer una venia al pasado. En sus calles y plazas se observa sobre todo a moradores de la tercera edad, que con su paso sereno y cadencioso, parecen desafiar el acelerado ritmo que se agita entre pecho y espalda de todo visitante temporal.
Aquí la historia es presente, un ejemplo es la antiquísima pileta del pueblo que data del siglo XVI. “Fue traída a lomo de caballo desde la plaza de San Francisco de Quito”; comenta Jorge Morales, un artista e historiador. El conjunto de piedras lisas y frías como robadas a un río fue trasladado a la parroquia por orden de una de las autoridades del Cabildo de inicios de siglo XX. La decisión fue tomada, una vez que alrededor de la pileta en Quito, se había formado un lodazal que atentaba contra la provisión de agua de la ciudad.
Desde el redondel Mitad del Mundo se toma la vía Calacalí – La Independencia Kilómetro 9 y luego el desvío a la población Calacalí