El Altar

CHIMBORAZO-PENIPE

                                                

→Agosto 2019←

Había visto muchas fotos de la laguna amarilla que está ubicada en el Volcán El Altar – Ecuador, y la verdad me llamaba mucho la atención. Soñaba con algún momento de mi vida ir, más aún si vivo en Ecuador y tengo el lujo de tener ese lugar a mi alcance.

Para los que preferimos no viajar a sitios muy concurridos en los feriados, el plan de ir a encontrarse con la montaña siempre es una buena idea. Esta vez fue el festivo del 10 de agosto que el grupo de amigos de montaña decidió emprender viaje al Altar.

El plan era el siguiente. El sábado 10 de agosto viajar súper temprano a Penipe – Chimborazo, subir hasta el refugio y descansar esa noche ahí. A la mañana siguiente llegar a la laguna amarilla, bajar y regresar a Quito ese mismo día.

Como siempre “googleo” el destino para ver cuál es el reto. El erudito internet indica que “El Altar se ubica en la provincia de Chimborazo, dentro del Parque Nacional Sangay. Los incas llamaron a este volcán Capac Urcu, que significa montaña todopoderosa o majestuosa colina. Además, se cree que era más alto que el Chimborazo y que debido a sus erupciones tomó su forma actual. La Laguna Amarilla, en particular, se encuentra en el cráter del Altar y está a 4.150 m.s.n.m. y su mirador a 4.400 m.s.n.m.” Suena bien, ¿verdad?

Por distintos motivos, dos personas nos juntamos al viaje un día antes, por ende la logística para nosotros cambió. Ya no había espacio en el refugio, si queríamos ir debíamos llevar carpa y acampar. El viernes 9 de agosto, en horas de la tarde / noche preparamos todo para la salida, eso incluía comprar equipo que no tenía en casa en ese momento, botas de caucho, guantes, linterna, comida y además retirar los sleeping y carpa que nos iban a prestar.

El sábado salimos en auto particular, muy temprano 04h30 aproximadamente, rumbo a Chimborazo. El grupo tenía una buseta ya contratada que los llevaba. Alrededor de las 08h00 nos encontramos con los chicos en la parroquia La Candelaria para desayunar. Estábamos alrededor de 12 personas. Hicimos caravana y avanzamos hasta la Hacienda Releche donde podíamos dejar los autos.

En ese punto el ingreso fue un poco complicado, ya que al ser feriado el sitio estuvo muy concurrido y por razones evidentes, las autoridades del sitio hicieron revisiones de equipos y solicitaron permisos y licencias a los guías, pero todo resulto bien y sin novedad.

Yo iba a la aventura, inexperta, no gozo del mejor estado físico sólo las ganas de conocer. Tenía claro que íbamos a caminar alrededor de nueve kilómetros hasta el refugio y como mencioné antes, tenía carpa, sleeping, comida para dos días. Por estos motivos y para disfrutar de la caminata y no pasarla mal, decidimos con dos amigos más contratar una mula que lleve nuestras cosas, y hasta el sol de hoy creo que fue lo mejor que pudimos hacer. Recomendación 1.- El camino de ascenso hasta el refugio es largo, lodoso y dura alrededor de 5-6 horas (para novatos), si no quieres pasarla mal, renta una mula que lleve tus cosas. El servicio de mula se lo contrata en la Hacienda Releche y cuesta $90 ida y vuelta. ¡Recomendado!

Entre el desayuno, ingreso al lugar, contratar mula, alistarnos y salir, nos dieron a las 12h00, pero por fin estábamos listos para salir. El inicio del camino es una cuesta bastante pronunciada, por lo que todos caminábamos callados para no quemarnos físicamente, el sol era bastante fuerte y la hora no nos ayudaba mucho, pero seguimos hasta encontrar el famoso camino lodoso.

Una de las cosas que todo el mundo te advierte sobre El Altar, es el camino lodoso, y a pesar de que el clima estaba espectacular en las fechas en las que fuimos, había lodo, mucho lodo. Recomendación 2.- Lleva botas de caucho y utiliza doble media gruesa, el lodo puede llegar a la rodilla. En lo personal, inicié la caminata con doble media y con las botas de caucho, y me fue bastante bien.. Además cuando vayas a hacer trekking no uses jean, ni ropa de algodón. Necesitas ropa cómoda y de secado rápido.

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Así es el camino, lo que hace difícil y pesado avanzar, muchos nos caímos, a algunos se les quedó la bota enterrada en el lodo, pero como en cada salida, todo eso se convierte en risas y anécdotas.

Caminamos un par de horas hasta salir del lodo y poder encontrar una planicie para poder almorzar. El menú del día: sánduches de atún y coca cola. Todos ayudamos, y todos comemos lo mismo. Nos acomodamos como sea y mientras unos cortaban el tomate, otros abrían el atún y el resto servía la bebida. No es por exagerar pero fue el mejor sánduche de la vida para muchos.

Una vez que recargamos las energías continuamos la caminata. En este punto ya lo disfrutamos mucho más porque por fin veíamos a lo lejos y frente a nosotros a El Altar. En lo personal, cuando veo la meta saco fuerzas de algún lado, me pongo la gorra hacía atrás y mejoro el ritmo.

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Solemos parar cada hora por unos 3-4 minutos para recuperar el aliento y coger fuerzas, pero realmente no queríamos que oscurezca y había que apresurarse. Alrededor de las 18h00 logramos ver el refugio y llegamos, sentimos alivio porque el cansancio era evidente. Todos quedamos anonadados por el paisaje que teníamos en frente, que satisfacción da llegar y poder apreciar al Altar en su máximo esplendor.

El refugio es muy lindo, un conjunto de casas estilo hacienda, con una casa grande de dos pisos. En el primer piso está la cocina comunitaria, el comedor y sala con chimenea, en el segundo piso están algunas habitaciones con varias literas cada una. Cada habitación tiene un baño, no tan funcional ni equipado, pero es lo que hay. Pero bueno, nosotros debíamos llegar a armar la carpa, ya que el refugio estaba lleno y no queríamos que oscurezca. Recomendación 3.- Reserven su espacio en el refugio con tiempo, cuesta $20 por persona, y si desean acampar, cuesta $20 por carpa.

Al llegar y hablar con los encargados del lugar, nos asignaron el sitio donde podíamos armar la carpa. Confieso que estaba un poco incrédula al respecto ya que nunca antes había acampado y hacía un frío que no se imaginan. La armada de la carpa fue un trámite total pero igual lo disfruté también, así se aprende. Y este fue el resultado final:

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Pocos minutos después empezó uno de los atardeceres más hermosos que he visto en mi vida, aprovechamos e hicimos un par de fotos .Este lugar es realmente mágico, miren:

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Una vez que oscureció entramos todos a la cocina a preparar la merienda. Los chicos se lucieron con una sopa de pollo y seco de carne, acompañado de canelazo, ¡DELICIOSO! Mientras tanto, algunos luchábamos por prender la chimenea, ya que por cierto, no hay luz ni señal en el lugar. Momentos como esos te sirven para conocer más al grupo, para reírte y olvidarte del cansancio. Recomendación 4.- Lleven velas, fósforos, linternas y todos los ingredientes si van a cocinar.

Durante la merienda, definimos el itinerario para el siguiente día. Debíamos estar listos a las 4 a.m. para desayunar y ascender a la laguna amarilla, 3 km de caminata. Nos despedimos y todos a descansar.

Ya en la carpa, con todos los sacos y ropa encima, sumergidos totalmente en los sleeping se sentía mucho frío. Era difícil conciliar el sueño porque en ciertos momentos el viento era tan fuerte que parecía que salíamos volando. Creo que los nervios de la primera vez te juegan sucio, pero se logró descansar un poco. La alarma sonó a las 03h45, desayunamos y a las 04h20 estábamos listos para empezar a caminar.

Para ascender a la laguna amarilla debíamos cruzar el valle de Collanes (2km), que se caracteriza por tener pantanos, bosque de polylepis, y un pequeño río. Habían más grupos que al igual que nosotros salían en ese momento, entre todos caminamos en caravana, era importante ir muy atentos y con cuidado para no caer en las partes pantanosas y quedar enterrado. Continuamos, y poco a poco amanecía, el clima en ese momento: llovizna y mucho frío. Una vez que pasas el valle, llegas a una cuesta bastante empinada (1km), que implica que en ciertos momentos te apoyes en la vegetación, te mojes y te llenes de lodo. Recomendación 5.- llevar varios pares de guantes porque los vas a necesitar.

Amaneció, y a las 06h10 a.m. fuimos el primer grupo en llegar a la laguna amarilla. Cuando hacemos cumbre o simplemente llegamos a la meta tenemos la costumbre de felicitarnos entre todos y darnos un abrazo, esta vez no fue la excepción. Nuestro premio: la vista que teníamos… no hay palabras para describir lo hermoso que es el lugar, dejaré que las fotos hablen solas.

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Algunos de los chicos del grupo habían intentado ir en oportunidades anteriores, unos lo lograron, otros no. Nos contaban que habíamos tenido mucha suerte, primero por el clima que estuvo a la altura y ayudó a conseguir el objetivo y segundo que la naturaleza nos regale ese paisaje.

No tengo idea a qué temperatura estábamos, pero la sensación térmica por el viento alcanzaba los -3 grados fácilmente, era muy complicado sacarse los guantes para tomar fotos. A pesar de eso, aprovechamos el estar ahí y bajamos a la laguna. El agua cristalina 100% y helada.

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Estuvimos alrededor de tres horas disfrutando del lugar y tomando fotos, que a pesar de ser hermosas, ninguna le hace justicia. No hay cámara que pueda captar lo que los ojos ven y la mente atesora.

Llegó el momento de volver al refugio, el camino de bajada era a paso relajado, saludando siempre a las personas que suben. En ese momento, ya con la luz del sol podíamos apreciar los paisajes del valle que habíamos cruzado en la madrugada y era hermoso, caminamos junto al pequeño río que cruza todo el valle, entre risas y más fotos.

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Una vez en el refugio comimos algo, empacamos todo, pusimos las cosas en la mula y empezamos a bajar. La bajada nos tomó alrededor de tres horas y media. Llegamos a la hacienda donde dejamos los autos, nos aseamos, nos cambiamos de ropa y salimos rumbo a Quito.

Dos días, madrugadas, 12 kms de ida y otros 12 kms de vuelta, mucho frío, con sensación de tener las medias y los guantes mojados todo el tiempo, pero todos con una sonrisa en los labios por lo que acabábamos de vivir.

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Sentimientos y aprendizajes: feliz por haber cumplido un sueño. Orgullosa. De mi resistencia, de los miedos que se pierden y de las fortalezas que se adquieren. Agradecida. Con el grupo por su esfuerzo y compromiso y con la naturaleza por tantos regalos. Los paisajes, los riachuelos, el viento helado en el rostro, y la paz que nos brinda.

Cada experiencia nos hace crecer y nos enriquece, aprendí a armar una carpa, di clases de cómo prender la chimenea, acampé por primera vez y sobretodo, me llene de esa energía y magia que tiene El Altar. Definitivamente la montaña más linda en la que he estado.

A esto es lo que yo llamo, ¡vivir!

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